Si tú me das, yo te la doy
No, no se trata de una adivinanza, sino de una frase que he oído ya en más de una ocasión en mi despacho. Es una de las muchas respuestas que se suelen dar algunas personas, después de recibir en su domicilio una demanda de nulidad matrimonial: “Si él/ella me da equis, yo le doy la nulidad”. Recuerdo un caso concreto, hace ya muchos años, en que la parte demandada contestó por escrito exigiendo doscientas mil pesetas “para darle la nulidad” al otro. Sin embargo, no hay nada más lejos de la realidad.
Primero, da la pícara casualidad de que en los procesos de nulidad del matrimonio canónico, no se ventilan temas económicos, ni de custodia de hijos. Así que, el que quiera sacar dinero, va muy descaminado. “…Yo te la doy”. ¿Que le vas a dar el qué? Pues como no le des una serenata a la luz de la luna, lo que es la nulidad, no se la vas a “dar”. No señor, otro que está muy, pero que muy despistado y no sabe ni de lo que está hablando.
La nulidad no se “da”, porque no es algo que dependa de los esposos, sino de todas las pruebas que se han aportado durante la instrucción. Al final de las sentencias, se dice que a los jueces “les consta” o no, la nulidad del matrimonio. Por tanto, lo más que pueden “dar” esas personas es una pésima impresión sobre su conocimiento en estos temas.
Para terminar, una frase atribuida a Mark Twain, que viene de perilla al tema de hoy: “Mejor es estar callado y parecer idiota, que abrir la boca y despejar la duda.”
Si alguien desea información sobre estos temas, lo que debe hacer es dirigirse al Tribunal Eclesiástico de su Diócesis, porque hay uno en cada una de ellas. Ahí sí le “darán norte” para que sepa por dónde ir.
Primero, da la pícara casualidad de que en los procesos de nulidad del matrimonio canónico, no se ventilan temas económicos, ni de custodia de hijos. Así que, el que quiera sacar dinero, va muy descaminado.
La nulidad no se “da”, porque no es algo que dependa de los esposos, sino de todas las pruebas que se han aportado durante la instrucción. Al final de las sentencias, se dice que a los jueces “les consta” o no, la nulidad del matrimonio. Por tanto, lo más que pueden “dar” esas personas es una pésima impresión sobre su conocimiento en estos temas.
Para terminar, una frase atribuida a Mark Twain, que viene de perilla al tema de hoy: “Mejor es estar callado y parecer idiota, que abrir la boca y despejar la duda.”
Si alguien desea información sobre estos temas, lo que debe hacer es dirigirse al Tribunal Eclesiástico de su Diócesis, porque hay uno en cada una de ellas. Ahí sí le “darán norte” para que sepa por dónde ir.
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