Amor y consentimiento

Decíamos en otro lugar que lo que se investiga en una causa de nulidad matrimonial es la validez del consentimiento. Pero, ¿qué es el consentimiento?

El consentimiento es el acto de la voluntad por el que el hombre y la mujer se entregan y aceptan mutuamente en matrimonio. Este consentimiento no puede ser suplido por ningún poder humano.

El consentimiento, otorgado libre y voluntariamente, es lo que constituye el matrimonio canónico. En el momento en que los novios, frente a la comunidad reunida, se dicen uno a otro: “Yo te acepto a ti como esposo/a y me entrego a ti” nace ese matrimonio concreto, con todos los derechos y deberes de los que ya hemos hablado en otras ocasiones.

Pero, ¿acaso el amor no se tiene en cuenta? ¿No es el amor la base del matrimonio?
¡Pues claro que se tiene en cuenta! ¡Claro que el amor es la base del matrimonio! Sin embargo, es el consentimiento, la voluntad de cada uno de los esposos de entregarse por completo y en exclusiva al otro, lo que hace que nazca un matrimonio. El amor es un sentimiento intenso que nos invade, pero también es un acto de voluntad de la persona, que quiere amar al otro, que quiere ser fiel a la palabra dada un día, a la opción que hizo por el otro. El amor puede empezar como un sentimiento a flor de piel, pero luego va echando raíces y de ahí nace ya la voluntad de seguir junto al otro, en lo bueno y en lo malo hasta el fin de los días. Ese amor de raíces profundas es el que nos lleva a querer entregarnos libre y voluntariamente al otro, a dar nuestro consentimiento para compartir toda la vida con él.

¿Puede haber matrimonio sin amor? La respuesta, lamentablemente, es sí. Por desgracia, en muchas ocasiones se confunde el amor con un enamoramiento superficial, y se llega al matrimonio por inercia, sin plantearse nada hasta que ya es demasiado tarde. En estos casos el naufragio de la relación casi es seguro, a no ser que la pareja intente poner los medios necesarios para llegar a buen puerto y que -de verdad- se esfuerce con ayuda de fuera, si es necesario.

¿Qué pasa en estas ocasiones con el consentimiento? Pues que puede haber sido válido porque fue entregado libre y voluntariamente al otro, pero luego -por las razones que fuera- no se cuidó la relación, realmente no hubo la entrega y aceptación necesarias para que funcionara la pareja y se dejó morir o se buscó refugio en otra persona. Tendremos entonces un matrimonio fracasado, como hay muchos, pero no por eso es nulo.

Hay situaciones, en cambio, que pueden tener como consecuencia que el consentimiento no sea válido o que ni siquiera exista. Entonces es cuando se puede hablar de un matrimonio nulo: no hubo consentimiento o -si lo hubo- estaba viciado desde el principio. Para esto se instruye un proceso de declaración de nulidad: para investigar cómo fue el consentimiento que un día se dio entre dos esposos, si hubo causas que lo invalidaron o si ni siquiera existió, o incluso si realmente fue real, porque también se puede decir en una sentencia que el matrimonio fue válido en su día. Pero de este tema hablaremos en otro momento.

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